Más allá de la enseñanza de idiomas: una compleja casuística humana

El proceso de globalización en el que estamos inmersos ha revalorizado diversos conceptos culturales entre los que destaca el aprendizaje de idiomas.

La formación de idiomas se ha convertido en un eje estratégico esencial para abrirse paso, emprender o fortalecer su negocio en un mundo multicultural, y por eso, hoy en día, los centros de enseñanza de idiomas tienen un papel protagonista en la formación profesional.

No obstante, el proceso de aprendizaje-enseñanza de idiomas no se limita al simple hecho de dar clases por un lado y atender a lecciones por otro. Detrás de esto existe una compleja labor humana que requiere la coordinación y cooperación de varios actores.

Uno de ellos es, evidentemente, el propio interesado en dicha formación: el alumno. Sin él, la esencia de los centros de formación perdería todo su cometido ya que es necesaria una real necesidad de formación para plantear un proyecto lingüístico. El alumno es este sentido tiene que ser proactivo, ocupa un papel central y decisivo. No es un mero consumista, es nuestro referente a la hora de calibrar y evaluar la enseñanza de idiomas.

El segundo protagonista del proceso formativo es el propio formador. El desempeño de este es lo que va a definir el aprendizaje del alumno, su motivación y afán de superación. Por ello, es igualmente importante que el profesor haya adquirido buenas destrezas docentes para transmitir correctamente sus competencias a los alumnos.

No se trata sólo de ser nativo, pues damos por supuesto que el nivel de idioma de un profesor tiene que ser irreprochable. Se trata de brindar un servicio profesional, y eso requiere profesores de lenguas capaces de implementar acciones formativas, evaluar alumnos conforme a un marco común de referencia, orientar al alumno, aconsejar metodologías y con grandes dones humanos, de comunicación, empatía, escucha, etc

Y por supuesto detrás de un buen equipo de profesores, debe de haber un centro de formación comprometido, con una filosofía orientada al bien estar de los alumnos y de los profesores, quien actúe como jefe de orquesta para que la formación sea harmoniosa.
El centro se encarga de que la metodología aplicada por los profesores sea homogénea, promueve referencias y criterios comunes a la hora de evaluar los progresos de los alumnos y garantiza la calidad de todo el proceso formativo. También se encarga de gestionar labores administrativas como el cumplimiento y coordinación de horarios, dirigir una buena comunicación entre formador y alumno, tramitar cancelaciones y recuperaciones de clases, y velar por el correcto desarrollo técnico y humano de cada parte implicada.

De ahí la importancia en la elección de una empresa de formación organizada, sistematizada y estructurada, que asegure una excelente formación a sus alumnos, así como un correcto desarrollo profesional para sus profesores y colaboradores. Un centro con saber hacer y experiencia demostrable en la enseñanza de idiomas, cuyo principal objetivo es que cada actor se encuentre en una situación óptima para dar lo mejor de si mismo. La norma ISO 9001 en este sentido representa un gran aporte ya que al impactar positivamente en la producción aporta por tanto satisfacción al cliente, el alumno, el profesor y los jefes de proyecto del centro de formación.
Finalmente, otro de los actores centrales es el propio responsable de formación de la empresa cliente, principal interlocutor del centro de formación. Es un verdadero aliado ya que la política de idiomas de una empresa se tiene que elaborar con él, es un trabajo conjunto que requiere la comprensión, empatía, humildad de las partes implicadas para llegar a un contrato satisfactorio para todas las partes implicadas. Es una alianza determinante basada en la buena fe y la confianza renovada. El valor añadido de una buena formación muchas veces surge de la calidad de esta relación de complementariedad cliente-academia de formación.

Alcanzar el éxito en su formación de idiomas finalmente requiere de varios actores, cada uno con su conocimiento y experiencia propia y todos con una misma pasión por el trabajo bien hecho, los objetivos cumplidos y el placer de compartir.

Que el verano nos permita descansar, llenarnos de energía y buenos propósitos y volver con más ganas si cabe para la vuelta de septiembre.

¡Te esperamos para acompañarte en tu proyecto lingüístico!

 

 

 

 

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